domingo, 22 de julio de 2012

Incoherrancias: El origen

El Roto 20.07.2012
Paradójicamente, la idea de este blog nació hace mucho tiempo, cuando ni siquiera había internet ni ordenadores personales. Pero no comenzó a tomar forma en mi cerebro hasta  hace unos dos años. Y así estuvo revoloteando entre las neuronas, hasta que en julio de 2012 no pude retenerla más y, tras una entrada en el  facebook, que pasó sin pena ni gloria,  alumbré este blog a la sombra de los preocupantes acotencimientos económicos  que se sucedían vertiginosamente, como los enormes recortes sociales y el aumento desbocado de la prima de riesgo, asi como el esperanzador crecimiento del grado de indignación de buena parte de la población.

Este blog se denomina Incoherrancias. Perdone el lector si me detengo un poco a explicar qué significa este nuevo palabro. Y, aunque la construcción del mismo, derivada  de los términos incoherencia  rancia,  lo dice casi todo de él, quiero matizarlo con la precisión de un cirujano. 

La palabra "incoherencia" tiene, según la RAE, dos acepciones:  1. Falta de coherencia y 2. Cosa que carece de la debida relación lógica con otra. El adjetivo "rancio/a" se aplica a  las cosas antiguas y a las personas apegadas a ellas, aunque también se dice del vino y de los comestibles grasientos que con el tiempo adquieren sabor y olor más fuertes, mejorándose o echándose a perder.

En el diccionario María Moliner, le adjudican tres significados a la palabra "incoherencia": 1. Cualidad de incoherente; incongruencia. 2. Cosa que contradice o no corresponde a otra determinada y 3. Cosa carente de significado por adolecer de falta de relación lógica con otra o entre sus partes.

Por otra parte, el calificativo "rancio/a";  aplicado a abolengo, estirpe o tradición, significa antiguo. Se dice también de las las costumbres acomodadas a los antiguos usos de las familias nobles y a las personas que los observan, así como de lo anticuado o pasado de moda.

Pero en ambos diccionarios hay una acepción  de rancio que cuadra perfectamente con ls pretensiones de este blog: Suciedad grasienta de los paños mientras se trabajan o cuando no se han trabajado bien.

Mezclemos las palabras incoherencia y rancia  en una redoma  lingüística y obtendremos dos posibilidades: Rancio-herencia e incohe-rancia. La primera me sugiere muchas reflexiones, pero que no vienen a cuento en esta serie de entradas; mientras que la segunda expresa mejor el sentido de lo que va a ser este blog. Para que sea gramaticalmente correcto el título escribiré Incoherrancias, aunque he dudado mucho. Es probable que cambie y que se quede en Incohe-Rancias.

Por tanto, una incoherrancia es una incongruencia intelectual y/ o ética, acomodada desde hace tiempo en la mente colectiva, que casi nadie se atreve a cuestionar y que no sabemos, no queremos o no podemos eliminar. Por extensión metafórica, añadiremos que se extiende como una mancha cultural  por inercia, interés o impotencia, sin que  exista una clara voluntad colectiva para limpirala definitivamente.

Como puede deducirse de la definición, no me interesan, aquí y ahora, las incoherrancias individuales. Todos las tenemos en mayor o menor medida. Permanecen ocultas en nuestra mente, aletargadas, emergiendo sin piedad en algunas situaciones  para decirnos que vivimos como seres contradictorios, que no somos lo que creemos ser o lo que decimos que somos,  sino lo que hacemos, por necesidad adaptativa o, simplemente, por autoengaño.

Adelantaré dos ejemplos paradigmáticos de incoherrancias: La idea de la Monarquía en el vérice de la pirámide de la Democracia y  el confesionalismo de nuestras instituciones.  De ellas y de algunas más trataremos en las próximas entradas. De otras ya he escrito en algunas ocasiones. Espero que tenga la sabiduría suficiente para mantener este blog y, gracias a ella,  la atención de sus lectores/as.











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